¿Cómo es posible?, me pregunto una y otra vez. Veamos: Leonardo Villena es un hombre entrañable, cachazudo, socarrón… ¿pero quién se puede imaginar que es un avezado escritor? Leonardo Villena tiene toda la pinta de un compañero de farra, de esos que te encuentras todas las noches en el bar de la parroquia, y con el que degustas tapas y vasos de vino en torno a una apasionada conversación. ¿Pero cómo entender que el manuscrito que pone en tu mano lo haya escrito él? ¿En qué horas secretas lo ha pergeñado?
Lees a escritores e intelectuales consagrados y te dejan indiferente. Lees a Leonardo Villena y no puedes soltar el libro. ¡Ahí está la vida! Yo acabo de aventurarme en un texto inédito suyo, “Electra sale de paseo”, y se me ha quedado prendido a la piel. ¡Cómo he lamentado que sólo tenga 140 páginas!
No comprendo que este hombre cordial, parlanchín y que ama los buenos caldos, memorice como una cámara holográfica hasta el más mínimo detalle de cuanto le rodea. Menos aun entiendo que el político que tanto lucha por la independencia de Andalucía Oriental, que aparece por arte de magia en los más diversos eventos para aguar la fiesta oficialoide, el que a veces enarbola en solitario pancartas y otras reparte octavillas mientras es mirado con displicencia por los políticos encumbrados, pueda luego penetrar de una forma tan verídica en el corazón humano.
Yo creo que los verdaderos escritores deben de amar la vida igual que él. A veces me lo imagino como un Arcipreste de Hita, como un goliardo nómada y nocherniego que, sin embargo, escribe “El Libro de Buen Amor”. Leonardo Villena ha escrito muchos libros, algunos inmensos, y siempre que los lees, piensas que lleva un príncipe dentro. Es como si en el interior de Sancho habitara don Quijote.
Leonardo Villena es Sancho y don Quijote a la par. Por el primero, goza de la vida, la paladea, hace fiesta de todo, idolatra su Padul natal, sabe del campo, de las siembras, de las cosechas y de los refranes. Por el segundo, tiene un espíritu idealista, desprendido y solidario, y a veces también ve gigantes en molinos de viento y malvados en un rebaño de ovejas. Mientras vive aventuras quijotescas, escribe páginas tan reales como la vida.
Pero España es una madrastra y no ama a sus quijotes. ¿Cómo iban a hacer fortuna las obras Leonardo? Esta turbadora novela iba a ser publicada por el Ayuntamiento de Lanjarón. “¿Pero tú crees, Leonardo, que un Ayuntamiento te va a publicar este libro heterodoxo? –le digo-. ¿Crees que la belleza y la buena literatura les importan algo?”. Las mentes funcionariles no quieren ahondar en Sancho porque temen llegar a don Quijote. La prueba de esta España estulta y mojigata que nos ha dejado Zapatero es que don Quijote produce pavor. Leonardo Villena aterra a las almas púdicas y celestiales, por su tipo, por su vozarrón, por su conversación desbordante, por sus tendencias políticas… y porque sospechosamente escribe con mucho tino. ¡Y eso ya es demasiado!
Los sapos se convierten en príncipes en los cuentos infantiles, no en la realidad. ¡Pero sólo porque nadie se atreve a dar el paso de la princesa! Sin embargo, cuando nadie lo ve, en momentos oscuros, a solas consigo mismo, Leonardo es besado por un hada secreta. Y el vaso de vino que sostiene en la mano se le transforma en pluma. Y sus pensamientos campechanos y joviales devienen embelesadas y sabias historias. Y entonces salen libros como el que acabo de leer. ¡Inexplicable para quien no entienda de magia!
GREGORIO MORALES
Genio y figura, sí señor. Ángel Olgoso, César Girón, Leonardo Villena…. los grandes nombres de la cultura granadina.